Swap es un término que cada vez tenemos más presente en el ámbito financiero; sin embargo, ¿podríamos explicar de forma sencilla y clara en qué consiste?

Por definición, swap es un acuerdo entre dos partes, normalmente un banco y una empresa o particular, o dos bancos, por el cual se realiza un intercambio de flujos de caja (efectivo) en un periodo de tiempo futuro y bajo unas condiciones preestablecidas. Pueden hacerse en la misma o en diferente moneda.

La finalidad de estas operaciones es satisfacer las necesidades de las partes implicadas en el contrato atendiendo a tres finalidades principales:

  • Cambiar los bienes o recursos futuros, es decir canjear los bienes que generaremos por otros necesarios para nuestra actividad.
  • Facilitar la gestión y la cobertura de los riesgos de tipos de interés y tipos de cambio de divisas. También permiten intercambiar tipos de interés fijos por variables y viceversa,  y fijar cambios de divisa.
  • Especular. Si pensamos que los bienes que vamos a percibir en el futuro gracias al intercambio suponen mayor valor que aquellos bienes que entregamos, entonces entraremos en un swap para especular.

Los swap tienen su origen en los mercados de divisas a través de los préstamos paralelos. Corresponden a operaciones de endeudamiento o inversión. Una de sus características principales es que en el momento de contratar este tipo de acuerdo no se realiza ningún intercambio, sino que se realiza la promesa de un intercambio financiero futuro; eso sí, estableciendo el importe teórico, el calendario y cuantía de los pagos, duración y otras condiciones establecidas.

Existen swaps de múltiples tipos y con diferentes características; para conocerlos un poco mejor, os dejamos esta infografía.

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